Nada, aca está el capítulo!
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Lali notó contenta que a medida
que pasaban los días, Lucas estaba cada
vez mejor. Lo veía a las mañanas, cuando lo levantaba todos los días a las siete
y veinticinco, porque Lucas era insoportablemente puntual, que sonreía cuando
dormía. También babeaba cuando dormía, pero ella leyó en algún lado que si
babeas cuando dormís quiere decir que dormiste bien, así que lo deja pasar.
La rutina oficial es, levantarse,
darse una ducha, arreglarse con el atuendo para la oficina, despertar a Lucas y
desayunar charlando. Lali tenía que confesar que pensó que este verano iba a
ser un embole, pero… se la estaban pasando bien ellos dos, y ocasionalmente
cuando venían los amigos de Peter, Nico y Agus a comer al depto.
Esa mañana al levantarse, Lali
encontró a Lu cocinándole el desayuno y le vino un extraño deja-vu de otro
chico que le había cocinado el desayuno. Sonrió.
-Madrugando?
-No hay otra. –contestó Lucas,
sonriendo.
-Qué estás haciendo? –preguntó
Lali curiosa.
-Nada. –contestó simplemente.
-La última vez que dijiste eso
terminé con el pelo rubio platinado y raíces morochas. Más te vale que no hagas
nada que me lo deje violeta.
-Okay, Mar, ya entendí que no
agradeces el cambio de look, creí que ibas a ser más receptiva cuando veas que
te preparé un desayuno.
-Volvés a cocinar? –preguntó Lali
con la cara iluminada.
-Vuelvo a cocinar. –La cosa es
que Lucas era, bueno, es un cocinero excepcional. –Estoy pensando en ir a una
escuela de chef o algo. Me gusta. Relaja.
-Creo que es lo mejor que dijiste
desde que llegaste. Cómo vas a pagarla? –preguntó curiosa Lali mordiendo una
tostada con manteca y mermelada de frutilla. Su favorita.
-Conseguí otro laburo, Mar.
–dijo, con una pinta de orgullo en su voz. –De miércoles a domingo soy mesero
en Flo por las noches. Pagan bien.
-Si sabré yo… -dijo Lali irónica.
–Pagan muy bien. Pero te echan por nada. –comentó.
-Bueno, no importa, no pienso
enemistarme con Dolores Oviedo muy pronto. –comentó entregándole un café a Lali
y sorbiendo el suyo propio luego de hacerlo.
-Lu, enserio estoy contenta por
vos. Orgullosa. –dijo ella sonriendo. –Excepto porque me dejaste el pelo color
Barbie, volviste a ser mi mejor amigo.
-Tenía que hacerlo, tenía.
-Callate. –dijo Lali mirándolo seria.
-Te queda bien! –insistió por
quincuagésima vez.
Y era verdad, el moño que portaba
con el cabello atado le favorecía. Junto con la camisa celeste y la pollera de
oficina corta beige justo diez centímetros sobre las rodillas y los pies
adornados con unas sandalias trenzadas de cuero sintético. Lucía… adulta.
-Callate. –repitió.
-Te hago un cumplido, boluda.
–dijo sonriendo.
-Qué hora es? –preguntó ella con
preocupación. La charla se había extendido demasiado.
-Ocho y cinco. –contestó él
mirando el reloj. –Te llevo?
Lali lo miró extrañada. –En qué
me llevás? –preguntó alzando una ceja.
Él sonrió. –En mi auto.
-Qué auto? –inquirió ella
preocupada. –Lucas, qué auto? Cómo carajo conseguiste un auto si no te para
entrar a la escuela de cocina?
-Te podés calmar? Digamos que
estoy haciendo las paces con mis padres?
-Cuando? No me separé de vos ni
un momento. –dijo ella interrogativa.
-Lali, la noche que saliste a
romper la noche con tus amigotes famosos. –contestó él riendo. No podía creer
que Lali Espósito se junté con esa gente. Le caían sorprendentemente bien, pero
ni a palos era la gente que pensabas que se relacionaban con Mar.
-No salí a romper la noche! –se
defendió ella. –No salgo a romper la noche yo! Fuimos a la casa de Agustín,
había gente y música! Eso no es romper la noche!
-No tiene nada de malo romper la
noche.
-No es romper la noche. Romper la
noche es definición de que salí, tomé hasta el agua de los floreros y terminé
con dos tipos en mi cama y posiblemente una mujer. No. Salí. A. Romper. La.
Noche, Lucas. –dijo explicita.
Él rió. –Ok, Mar, lo que digas,
saliste. Punto, no te tenés que explicar.
-Ok, sí salí, pero fue hace dos
semanas, ta? Punto final.
-Siempre la última palabra, Mar.
-No importa eso, cómo es que
estás haciendo las paces con tus padres?
-A qué te referís?
-Cómo pasaste de ser el hijo
drogadicto al que echaron de la casa a ser el hijo al que le prestan el auto
sin miedo a que te escapes y te tires por una zanja. –dijo Lali, entrando y
saliendo del baño, con el cepillo de dientes en la boca y a espuma por toda la
boca.
Lucas rió. –Con tiempo.
Paciencia. –respondió paciente. –No sé, me pasé por ahí, me encontré a mi viejo
sentado y tuvimos una charla… Nada. –dijo encogiéndose de hombros, quitándole
importancia.
-Lucas qué decís? Cómo qué nada?
Es importante! Hoy… escuchá, hoy vos y yo salimos, y hacemos algo, te debo una
salida, salir los dos como amigos.
-Qué celebramos?
-Que somos amigos de vuelta,
idiota. –replicó Lali secándose la boca y poniéndose una brillo labial. –Lu, me
tengo que ir, cuidate, sí? Nos vemos hoy de tarde y hacemos algo.
-Andá, Mar. Chau. –Lali salió por
la puerta apurada, pelo rubio teñido corriendo detrás de ella.
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Lali llegó a la oficina
literalmente cuatro minutos antes que
María del Cerro. Y gracias a Buddha, o el universo o lo que sea, porque nadie, absolutamente nadie quiere llegar
tarde bajo el ojo de María.
Saludó a Jazmín el escritorio de
adelante y sonrió. Jazmín no le dio ni bola, estaba demasiado ocupada en su
celular o con su computadora o con lo que sea que se haya distraído.
-Lali! –gritó de la nada su
compañera.
-Ya te dije hola. –comentó Lali
mientras se ponía a hacer su trabajo, no era nada del otro mundo solo rellenar
formularios, responder llamados. Cosas así.
-No, boluda, no es eso, acabo de
leer en Gossip.com que Pablo Martínez está enfermo, pobre! Decís que venga hoy
a trabajar?
-Cuando vas a dejar de mirar esas
páginas, enserio.
-Nunca, mirá acá hay un video que
una entrevista que dio Peter Lanzani ayer de noche desde la gala Chrysallis! No
sé si sabías pero soy re fan de Peter Lanzani, también.
Lali sonrió. –Miremos ése video.
–dijo ella.
-Bueno, vení acá. –Lali se acercó
a su escritorio, justo cuando ella hizo click en la computadora. –La verdad que
es un caño, Lali, mirá lo que es, vos lo viste?
-Claro que sí. –dijo Lali con una
pinta de orgullo en su voz.
-Yo soy re tranquila con los
famosos, osea, tipo, podría no ser tan fan girl, pero boluda, yo veo a Lanzani,
y me le tiró encima.
-Nah… -dijo Lali moviendo la
cabeza en un gesto de negación.
-Sí, boluda, posta, me le tiró
encima y le doy el beso de su vida.
-No. –dijo Lali alzando las
cejas. –No. –repitió.
-Ay! Descubrí tu celebrity crush!
-Peter Lanzani no es mi amor
platónico. –dijo ella. Se refrenó de decir que Peter Lanzani era su novio. No
quería que la gente la empezara a tratar diferente, y francamente… tenía miedo
de que no le creyeran… Ok, era estúpido ok? Pero no tenía ganas de que la gente
se enterara completamente de que ella era
la novia, ya perdería su privacidad y eso era algo que no estaba dispuesto a perder.
-Sí…Lali admitilo, te gusta.
-Me encanta, pero insisto, no es
mi celebrity crush.
-Le encanta. –dijo Jazmín.
-Prefiero que le encante el
trabajo en vez de ver videos de famosos. –murmuró María del Cerro entrando en
toda su gloria y sexy aura.
Lali corrió inmediatamente a su
escritorio. –Perdón, no va a volver a pasar, Mery.
La diva alzó las cejas. –Eso espero.
–Se dio la vuelta pero giró así de la nada. –Gorda, no te va el rubio. –le dijo
a Lali, con… pena, preocupación?
Lali suspiró y sonrió. –Es una
larga historia. –dijo a modo de explicación.
-Eso espero. –su celular sonó y
dejó de hablar. –María. –dijo a modo de saludo.
Lali y Jaz la miraron en toda su
gloria. Era imponente. Su altura, su actitud. Su actitud, más que nada. Era…
como si fuera de la realeza.
-No me importa si te estás
muriendo de varicela, para qué creés que existe el maquillaje? –Lali y Jaz la
miraron nuevamente. –No me importa. –repitió. –Te quiero acá en… -miró su
reloj. –Exactamente diecisiete minutos, me rehúso a esperarte más de veinte
minutos, Pablo. Te tomás lo más fuerte que tengas, y te quiero parado en el set,
maquillado, vestido y peinado para hacer las fotos, quedó claro? –Sonrió
complacida, casi dulce. –Me alegro, gor, nos vemos.
Se fue caminando con el aura real
que traía y dejó la recepción sola, exceptuando a Jaz y a Lali.
-Listo, quiero ser como ella cuando
sea grande. –dijo Jazmín mirándola alejarse. –Esa chica… se puede morir en paz.
-Te parece feliz?
-A quién le importa ser feliz con
ese lomo, Lali? Probablemente le vendió al diablo su alma por ese cuerpo y
estoy segura de que no se arrepiente de la decisión.
-Viajaba ella. –murmuró Lali
riendo.
-Lo digo enserio! –dijo Jazmín
riendo.
Se pusieron a trabajar en
silencio, de vez en cuando conversando de algún que otra tema, cuando fueron
interrumpidas nuevamente. Esta vez por el sexy, vulnerable y tímido Pablo
Martínez.
Francamente, Pablo había visto
mejores días. El flaco era un desastre. Nariz y ojos rojos, ojeras, pelo negro
azabache despeinado, ojos verdes claros llorosos, caminaba cansado, con un aire
de tristeza en su persona que te daban ganas de escribir un poema sólo para
tratar de capturar un ápice de la tristeza del chico.
-Pablo? Estás bien? –preguntó
Jazmín con preocupación.
-Eh… -se volteó y habló con voz
ronca y cansada. –Eh… Sí… más o menos.
-Mejorate. –Jaz le ofreció una
sonrisa empática. –Mery te está esperando hace un rato. Está furiosa.
-Gracias, Jaz. –dijo Pablo
luciendo medio muerto. Como si lo acabara de pisar un camión. Como si no
hubiera dormido en tres días. Sin haber tomado cafeína.
-Pará. Pablo no podés irte a
trabajar así. –dijo Lali. –Siquiera tomaste una aspirina o algo?
-Ehh…
-Voy a tomar eso como un no.
–dijo Lali buscando frenéticamente algo en su bolso. Extendió su mano hacia él.
–Tomate esto, a menos que quiera morirte a media sesión.
Pablo le ofreció una sonrisa
triste. –Eh…Muchas gracias, Lali. –dijo tímidamente.
-No hay problema, apurate que te
esperan.
Se fue caminando como pudo y Lali
y Jaz lo miraron irse.
-Hay algo sobre ese chico… algo.
–dijo Jazmín pensativa.
-Posta, no sé qué tiene que cada
vez que lo veo tengo ganas de abrazarlo y decirle que no se va a morir hoy.
–Jazmín rió luego de que Lali terminara de hablar.
-No, enserio te digo! –le dijo
Lali. –Tiene algo… me da… no sé. No sé cómo explicarte tampoco.
-Bueno, a mí, para empezar, cada
vez que lo veo enfermo o no, me dan ganas de atarlo a una cama y hacer toda
clase de cosas.
-Dios, dejá de hablar, boluda,
porque voy a empezar a vomitar.
-Me podrías culpar, Lali?
Lali la miró pensativa por unos
segundos. Luego, muy seria dijo. –No. No te pueda culpar.
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Lali suspiró. Se suponía que
Lucas la tendría que haber pasado a buscar por la oficina hace veinte minutos.
No atendía su celular, no contestaba los mensajes… Si no daba señales de vida
en diez minutos se tomaba un bondi a casa.
Su celular sonó de repente. –Hola?
Lucas, te estoy esperando hace horas!
-Pará exagerada, estoy retrasado
sólo por unos minutos. –contestó al otro lado de la línea.
-Cuando venís? Me siento como una
nena a la que se olvidaron de venir a buscar. –se rió Lali.
Lucas rió con ella. –Sobre eso…
mirá, me surgió algo, tengo que cancelar nuestros planes para hoy de noche
también, Mar.
-Cómo? –preguntó ella. –Qué pasó?
-Nada importante… -contestó él
evasivo.
-Tiene que ser importante para
que le canceles a tu mejor amiga. –replicó ella.
-Bueno, es importante, pero no es
de tu incumbencia.
-Cóm- comenzó a decir, pero fue
interrumpida. -
-Me tengo que ir. –dijo abruptamente.
–Nos vemos mañana.
-Pero no tengo nadie que me lleve
y me dejaste sin planes para hoy de noche! –le gritó al teléfono. –Buenísimo! –exclamó,
pero fue de nada, Lucas ya había cortado.
-Lali…? –una voz llamó a sus
espaldas, sonaba dubitativa. Ella se volteó para ver a Pablo, colorado en las
mejillas y sonriendo levemente.
-Hola. –saludó ella. –Te sentís
mejor, me alegro. –sonrió.
-Eh… sí. Te… te quería agradecer…
-Lali alzó las cejas expectante. –Por… por la pastilla? Gracias. –dijo incómodo.
-De nada, Pablo. –respondió ella.
-Sin querer… escuché la
conversación, no es que ande escuchando las conversaciones ajenas, pero ta… -se
puso rojo nuevamente.
-Sí? –preguntó Lali y realmente
tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse de lo tierno que era.
-Nada… eh, si precisás que
alguien te lleve a algún lado, yo ya terminé acá por hoy… te llevo. –ofreció tímidamente.
Lali le sonrió. –Lo apreciaría
mucho.
Se quedó mirándola, y sonriendo.
Tildado. Lali alzó las cejas, esperando algún movimiento de su parte. –Pablo? –preguntó
ella, moviendo la mano en frente de sus ojos, esperando alguna reacción de él.
-Ah! –Se puso colorado, otra vez,
sí. –Eh… el auto.
Se subieron al auto y Lali notó
que Pablo, se relajó un poco más. –Estás bien? –preguntó Lali.
-Sí. –dijo Pablo. –Por qué lo
preguntás?
Lali suspiró y lo miró. Consideró
preguntarle qué le pasaba, por qué estaba tan alerta constantemente, y ése
nerviosismo que tenía encima. –No. Por preguntar. Seguís teniendo a Carla Bruni
ahí? –señaló la radio.
-Sí! –dijo, y estuvo medio sobre
excitado. –Sí, la tengo ahí. Sin falta.
Lali le sonrió
tranquilizadoramente. –Qué memoria que tengo.
-No fue hace tanto que estuviste
acá. –dijo él y Lali notó que empezaba a relajarse.
-Unas semanas. –contestó ella. –Ey…
Pablo, tenés planes para hoy de noche? –Pablo la miró sorprendido. –Si querés
podés venir a casa y vemos unas películas, te va?
-Me re va –dijo sonriente.
Continúa manejando en silencio por varios minutos y Lali siente la necesidad de
llenar ese silencio con palabras, aunque sea palabras vacías.
-Me re dás como el chico que le
gustan las películas, estoy en lo correcto?
-Eh… Me gustan las películas. –contestó
bastante serio.
-Qué películas? –preguntó Lali
sonriendo. –
-Cualquier película en general. –contesta.
–Por qué… por qué me invitaste? –pregunta abruptamente. –A mí. Por qué me
invitaste a mí?
Lali no entiende qué le pasó para
que sea tan inseguro e socialmente incómodo a este chico. –Por qué no, Pablo? –responde
con calma.
-Por qué no estás con tus amigos?
–empieza a cuestionar nervioso. Lali nota que su frente empieza a perlar de
sudor y comienza a frenar al estacionar en frente de su edificio. –Por qué de
la nada me decidiste invitar a mí a ver películas con vos? Te mandó él? Esto
está arreglado, no? –Sus acciones se tornan frenéticas, rayando en violentas.
-Qué estás diciendo? –responde Lali
alzando la voz.
Pablo la mira. –Por qué no estás
una noche en pleno verano, saliendo con tu novio o con tus amigas, por qué
estás conmigo? Quiero saber si te mandó él a que me hagas compañía. –replica
con vos dura, sudor en la frente, y ojos brillantes.
Lali lo mira atónita. Quiere hablar
pero no le salen las palabras. –No sé qué decir a eso. –sinceramente, no tiene
palabras.
-Con razón! Actuás bien, dejame
decirte… -comienza a jadear y a respirar entrecortadamente. Lali lo mira
fijamente, sin saber qué hacer o decir. Pablo saca un inhalador de su bolsillo
y comienza a aspirar. Termina y la vuelve a mirar. Ésta vez habla con la voz
cortada y nerviosa. Lucía dolido. –Qué seguís haciendo acá? Si fueras cualquier
otra ya te hubieras ido.
Lali lo sigue mirando fijamente y
trata de no mostrar pena hacia este chico sufrido. –Pablo… -comienza a hablar
muy despacio. –No sé de qué estás hablando. Te invité a casa… porque el idiota
de mi mejor amigo me dejó plantada y te vi solo y me vi sola y pensé… que me
caés bien para ser un modelo. –Ella sonrió reconfortándolo. –Y creo… mi primera
impresión tuya… es de alguien muy solo. Es verdad? Y como me caés bien, y yo
también me encuentro bastante sola últimamente, que estaría bueno estar solos
juntos, no? Quiero ser tu amiga, no me mandó nadie. –Alzó las manos a ambos
lados de su cuerpo simulando un arresto. –Lo prometo.
Él rió. –Perdón. Perdón por ser
un paranoico, imbécil, idiota… -y la lista seguía, pero Lali lo interrumpió.
-No sé si sabés muy bien cómo
funciona esto, pero los amigos se cuentan cosas… si te querés descargar conmigo
sobre quien manda asuntos sobre tu vida… o simplemente cómo te sentís. Estoy
acá.
Se llevó las manos a la cabeza y
lo que acababa de hacer le cayó –Debés pensar que soy patético. –le dijo sin
mirarla a los ojos.
-No! –dijo Lali, descubriéndole la
cara y forzando a mirarla a los ojos. –No pienso eso, en serio.
-Y qué pensás? –le preguntó
Pablo.
-Pienso que soy una persona que
tiene mucho en su plato. –contestó ella, seria mirándolo fijamente. –Y que está
desesperadamente buscando aprobación. –Pablo suspira y baja la mirada. –Innecesariamente
buscando aprobación, no necesitás la aprobación de nadie. Tenés que hacer las
cosas que vos querés hacer.
-Gracias. –responde él. –Perdón…
de nuevo por… eso. –dice avergonzado. –Enserio, me siento horrible, me da vergüenza,
Lali, perdón.
-No me tenés que pedir perdón…
ahora qué decís si bajamos, pedimos un delivery, y te prometo que te dejo
elegir el delivery que quieras, si querés comida china, la comemos, tailandesa,
lo que quieras… Mirá que no es poca cosa que te deje elegir el delivery, no le
dejo elegir el delivery a nadie…
Pablo sonríe genuinamente. Lali
continúa hablando. –Y vemos unas películas y después… si querés me podés contar…
tus problemas? No es que te esté presionando ni nada… pero si te hace bien.
-Estaría bien. –responde Pablo,
calmado. Se baja del auto y Lali lo guía hacia adentro del edificio.
Mientras entran al depto, Lali no
puede dejar de pensar que hay algo… hay algo que la inquieta de este chico,
algo que hace que quiera ayudarlo y abrazarlo y resolverle todos sus problemas.
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Es largo, no? QUIERO COMENTARIOS, QUE LOS COMENTARIOS ME INSPIRAN A ESCRIBIR MÁS.