-Listo. –Dijo Peter para sí mismo, más que para Lali, y
echándole un último vistazo a sus labios y a sus pechos antes de depositarla
muy bruscamente en el suelo.
-Ay! Idiota. –Lali pisó muy fuerte al descender del abrazo y
se lastimó el pie.
-Chau. –Dijo simplemente y se fue por la puerta dejándola
sola en el lobby, si se podía llamar lobby a la austera recepción del edificio
de Lali.
--
Lali entró a su departamento, confundida, y adolorida del
pie.
Bruto, imbécil y
baboso. Baboso, sobre todo. Baboso, baboso y baboso.
-Qué pasó que tardaste tanto? –Vico en cuida le preguntó a
Lali.
-Nada… -Dijo ella sacudiendo la cabeza. –Me caí. –dijo al
fin.
-Cómo que te caíste, Lalita? Dónde? A ver, vení… -La agarró
de la mano y la condujo hasta el sillón donde la sentó delicadamente y le
empezó a masajear el pie.
-Te quiero, Vico y te extraño mucho cuando te vas. –dijo
Lali con voz de nena.
Vico la miró enternecido. –Vas a ver que se va a pasar muy
rápido, es un año, ya quedan meses, La. Además ya pedí que me transfieran acá.
Contame algo… este famosito… estás en algo con él? –dijo cambiando el tono de
voz.
Lali frunció el ceño y negó con la cabeza. –Vico, apenas puedo
mantener la amistad que tengo con Lucas.
-Y eso qué quiere decir? –preguntó él muy confundido.
-Significa que no estoy lista para ningún tipo de relación a
largo plazo, sea novio, sea amistad, sea… nada. No puedo, no estoy lista. Yo…
yo no lo superé todavía el tema de mamá y papá, Vico.
Vico la atrajo hacia sí y la abrazó. –Lali, yo sé que te
cuesta, pero para lograr superar esto tenés que rodearte de personas que te
quieran. Te estás aislando, La, y me preocupa mucho. Ya pasó un año entero…
-Casi un año. –Lo interrumpió ella.
-Bueno… casi un año, en algún momento lo vas a tener que
aceptar, eh…
-Podemos hablar de otra cosa? –preguntó Lali ansiosa por
cambiar de tema. –No sé, hablame de algo lindo que te haya pasado mientras
estabas en España…
Victorio sonrió tontamente. –De hecho… bueno, yo justo te
iba a sacar el tema, La.
-Qué pasó? –dijo Lali sonriéndole también. –Conociste a
alguien, no?
-Conocí a alguien, Lali creo que me enamoré enserio. Me
enamoré y creo que me caso. –declaró con una sonrisa.
Lali ahogó un grito y lo abrazó. –Vico! Vico te casás? Cómo
que te casás?
-Bueno… a largo plazo. Conocí a esta chica increíble, me
encanta y la amo… y por primera vez, te digo, me imagino casándome y con hijos.
-Enserio? –Lali sonreía. Pero la sonrisa flaqueó. –Pará!
Eso… eso significa que no vas a volver…?
Vico sonrió como respuesta. –Es argentina, Lali.
Lali exhaló abruptamente. –Ah, ah. Vico, me alegra tanto de
que estés feliz…Y contame, cómo es… cuántos años tiene…?
Pasaron bastante rato hablando de la novia de Vico. Se
llamaba Candela, tenía 22 años, estudiaba moda en Barcelona y su departamento,
(que compartía con tres chicas más) quedaba arriba del gimnasio de boxeo de
Vico.
--
Cinco duchas de agua heladas después, Peter se pudo recostar
en su cama y respirar tranquilo. Inhaló, exhaló. Inhaló, exhaló. Inhaló,
exhaló. Finalmente cerró los ojos y…
Riiing. Riiing. Riiing.
-Quien carajo es? –respondió su celular contrariado.
-Eh… despacio, boludo, qué carajo te pasa?
-Agustín. –dijo a modo de respuesta. –Qué querés?
-A ver si se te va el malhumor cuando te cuente que hoy es
el desfile de Sweet Victorian y todas las modelos nos quieren ahí, papu. Me
imagino que vamos sí o sí.
Peter esbozó una sonrisa pícara. –Más vale que estamos ahí,
boludo. Preparate porque hoy me llevo a la cama a Nina Colucci como que me
llamo El Gran Peter Lanzani.
-Ese es mi amigo! Nos vemos a las ocho ahí.
Unos pantalones blancos, zapatos Ricky Sarkany (regalo
personal del mismo Ricky), y una camisa celeste. Lentes Ray Ban “WayFarer” negros.
Esa noche eligió su Audi R8 plateado y conduciendo a una velocidad
increíblemente veloz llegó al evento.
Al llegar los flashes lo recibieron como siempre y como
siempre puso su mejor pose para la cámara. Al entrar se sentó en primera fila,
no saludaba a nadie. La gente lo saludaba a él. Siempre era así. Charló con
bastante gente aburrida y famosa de temas aburridos y de famosos. Cuando
bajaron las luces y la atención se centró en las modelos, Peter se dedicó
enteramente a guiñarle el ojo a Nina cuando pasaba. Nina… hasta su nombre
sonaba bien.
Nina tenía los ojos celeste cielo, pelo castaño claro con
destellos dorados, corto por los hombros
y con flequillo. Alta y flaca. Como siempre, sin curvas. Al terminar el
desfile, desinhibido como lo es él, entró al camarín de Nina y la saludó.
Simplemente le dijo. –Esperame a la salida, bombón, salimos juntos.
Entonces le agarró el mentón y la atrajo hacia sí. Junto sus
labios con los suyos y la beso pasionalmente. –En este momento, sos lo único
importante en mi vida. –Añadió Peter.
Salió caminando del camarín, muy tranquilo. En ese momento,
fue lo más importante. En este, lo único que le importaba era pasar por
McDonald’s y comprarse una hamburguesa con queso y una papas.
Charló con unas personas a la salida del evento, y justo
cuando se estaba por ir, en el umbral de la puerta del edificio, Nina salió
radiante. Con un vestido tipo tubo ajustadísimo de color plateado, el pelo
suelto y subida a unos tacones aguja (también plateados) se dirigió hacia
Peter. Él shockeado con su belleza le paso el brazo por la cintura y salieron
juntos. Las cámaras se volvieron locas, casi ni se veía nada por los flashes, y
antes de subir al auto dieron breves entrevistas.
-Peter, Nina, están en una relación? –Nina quiso decir algo,
pero Peter se le adelantó.
-Para nada. –Dijo con una calma envidiable. Atrás de unos
patovicas las fanáticas le gritaban a Peter de una forma casi salvaje. Peter
les guiño el ojo en su dirección, las chicas se volvieron locas.
-Cómo qué para nada?
-Para nada. –Repitió Peter poniéndose sus anteojos Ray Ban
nuevamente y lanzándoles a las fans una sonrisa de costado matadora. –Ya está
lista la entrevista?
-Eh… Nos gustaría hacerte una breves preguntas acerca de tus
nuevos pro…
-Gracias. –Lo interrumpió Peter y se subió a su Audi. Nina
se quedó afuera, muy confundida, sin saber qué hacer, el motor del auto rugió y
Nina se subió apurada.
-Me tomó muy por sorpresa esto, Peter. No sabía que vos me
conocieras.
-Cómo no te voy a conocer, bombona. Si te partís. –Le sonrió,
pero curiosamente la sonrisa no le llegó a los ojos. Tenía en los ojos una
expresión sombría.
Nina rió tímidamente y se sonrojo. –Me enteré por las
revistas que estás asistiendo al instituto, no?
-Sí. –dijo él simplemente.
-Qué mal, por vos, digo… Debe ser horrible.
-Ni tanto, tengo trato especial, claro, pero está bueno. No
me puedo quejar, bombón.
-Te puedo confesar algo?
-Obvio. –dijo Peter sin el más mínimo interés.
-Me volvés loca, soy tu fan número uno, Peter.
-Enserio? –Esa frase la había oído tantas veces y en tantas
bocas distintas.
-Seguramente te la habrán dicho millones de veces.
-No, para nada, jamás me la habían dicho unos labios como
los tuyos. –Sus ojos color cielo resplandecieron y sus finos labios se curvaron
en una sonrisa.
-Peter, adónde vamos? –dijo después de un rato de silencio.
-No sé, estaba dando un paseo nomás… Me encanta manejar.
-Yo no sé manejar… -dijo ella.
Quién te pregunto?
-Sí? No te enseñó nadie. –Ella negó con la cabeza. –Ah, mirá
vos…
-Me querés enseñar vos? –dijo ella.
Dah, claro que no.
-Si se da, se da. –respondió simplemente.
Estacionó en la casa de Nina y la dejó allí, luego condujo
hasta el Auto Mac. Llamó a Agustín y fue hasta su casa. Y luego, como a las
cinco de la mañana llegó a su casa. Miró su reloj y se quiso pegar un tiro
cuando se dio cuenta de que era jueves: Tenía colegio.
Mala suerte, Peter.
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Cuando Victorio finalmente se fue, Lali seguía saludando con
la mano en el aeropuerto. Era una tarde de viernes hermosa, hasta el momento
tenía cinco llamadas perdidas de Lucas en el celular.
Por alguna razón se sentía vacía, bueno, porque se había ido
Vico. Ya lo extrañaba. Salió del aeropuerto y caminó unas cuadras, hasta la
parada de bondi más cercana. Se sentó allí a esperar el transporte mientras se
aguantaba las lágrimas.
-Lali, lo tenés que
superar, te hace mal estar así. Cerrada, aislada, pensá en esto que te digo,
hermana, en serio. –Le dijo antes de abrazarla e irse la puerta de Salidas
Internacionales.
-Lali, sos vos? –Una voz familiar la llamó desde la otra
punta de la banca.
Se esforzó por poner una cara normal, sonreírle y
contestarle. –Euge, qué hacés acá?
-Nada, estoy por irme a mi casa a prepararme para salir,
vamos con unos amigos a un boliche, querés venir?
La voz de su hermano retumbó en su cabeza. No te aísles, no te cierres, te hace mal. Se
iba a negar, rechazar cordialmente la invitación. No te cierres, La. –Dale. –sonrió, está vez segura de sí misma.
–Dale! Sí, me sumo.
-Te va venirte a mi casa ahora? Nos preparamos juntas. –le
sonrió. Lali le devolvió la sonrisa. Había olvidado completamente lo que era
tener una amiga.
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Luego de dos horas, Lali se sentía irreconocible. Su pelo
morocho, usualmente recogido en una coleta estaba suelto, lacio y brilloso.
Eugenia le había maquillado los ojos y le había pintado sus carnosos labios de
un color rojo impactante. Le había prestado un pequeño vestido negro ajustado
que acentuaba sus curvas y (Aunque no hacían mucha diferencia) se había puesto
unos tacones, también negros.
El resultado estaba a la vista. Pero, Lali pensó, la
protagonista de la noche era su boca. Sus labios se veían a kilómetros.
-Gracias, Euge, por todo, enserio.
-De nada, estás muy diosa, Lali. Explotá tu belleza, porque
que la tenés, la tenés.
Lali sonrió como única respuesta. Las pasaron a buscar
quince minutos después en el auto de los amigos de Eugenia. Lali se sintió
insegura en cuanto se subió al vehículo, Euge al toque se empezó a chapar a su
“amigo” y se sintió como como la quinta rueda del carro.
Al llegar al boliche, no había ni rastro de Eugenia. La
había dejado completamente sola en un lugar ruidoso, sucio, donde no conocía a
nadie. Sintió inseguridad y que no había aire.
En cuanto salió y respiró profundamente se sintió mejor.
Caminó un rato por la calle hasta que le empezaron a doler los pies. Y aun así,
siguió caminando sin cesar. No tenía ni idea de donde estaba, pero le hacía
bien caminar.
A la media hora un auto plateado y formidable frenó y empezó
a andar a la par con ella. Se abrieron los vidrios polarizados de las ventanas
y un tipo con lentes de sol le sonrió.
-Bombón, te llevo a algún lado? Es casi un crimen dejar
pasar a alguien como vos.
Lali alzó la vista. Sonrió. –De cacería, Peter?
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-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+ AMO ESTE CAPÍTULO, recomienden chicus,,,,