Pablo agarró
firmemente el rostro de Lali con las manos y lo acercó hasta tocar sus labios
con los de ella y darle un apasionado beso. Duro unos cinco segundos. Los cinco
segundos que tuvo Peter para reaccionar y estampar a su hermano pequeño contra la pared más cercana y molerlo a golpes.
Pablo, por supuesto, se defendió.
Lali se levantó del
sillón y trató de separarlos, pero en una de esas Pablo, la empujó bastante
fuerte como para una embarazada.
Sintió un líquido
correr entre sus piernas. Había roto bolsa.
3 AÑOS DESPUÉS
Allegra caminó con
pasos danzantes hacia la puerta, vestida con una remera blanca y un enterito de
jean, y su pelo marrón clarita peinado con dos colitas altas a los costados de
su cabecita, se dirigió hacia su objetivo. Posó sus ojazos verdes en dos
personas que discutían en silencio.
-Me toca a mí. Y lo
sabés! Es MÍ domingo, Lali. –se quejó su padre. –La, enserio, ya fue tu
domingo…
-Peter! Qué caradura,
es MÍ domingo. Te estás aprovechando de que no sé ni en qué día vivo para tener
a la nena un domingo más. –Le recriminó Lali acusándolo con el dedo.
-Sabés qué? –Empezó a
decir… Pero luego su expresión cambio cuando vió que Allegra se asomaba. –Hola,
mi amor! –La alzó en brazos y le empezó a dar besos. –Qué linda que estás,
estás hermosa.
-Hola, papi. –dijo con
una vocecita aguda y perfectamente fluida.
-Estábamos hablando
con mamá, que hoy me toca a mí tenerte en casa, verdad?
-No! –replicó Lali.
–No, mi amor, te toca conmigo, Alle, conmigo. Dale!
-Quiero irme con papá.
–dijo mirando a Lali con los ojos culposos. Lali abrió la boca para decir algo
pero Peter fue más rápido
-JA! Tomá, Mariana,
vamos, gorda, a la casa de papá. No te preocupes en hacer ningún bolso, porque
tenés ropa, chau, Lali… -iba a cerrar la puerta cuando Allegra lo interrumpió.
-Pará, pa. Quiero que
venga mamá.
-JA, TOMÁ, LANZANI,
ESA ES MI NENA! Vamos, mi amor. –Quiso sacar a su bebé de los brazos de Peter
pero él la corrió.
-Pará, pará… Y si
vamos a comer los tres juntos? –sugirió Peter, Allegra sonrió y Lali arqueó una
ceja.
-Peter, me parece que
no da, viste? Todo bien, andá vos con la nena… -susurró Lali.
-Qué estás diciendo,
ma? –quiso saber la nena, curiosa.
-Nada, mi amor, nada…
Vamos, La? Una buena, te lo pido por favor, por ella.
Lali resopló buscó los
abrigos y fueron los tres a la casa de Peter. Una casa grande y moderna, cuatro
cuartos, tres baños, una piscina espectacular y enteramente diseñada por los
mejores diseñadores de Europa.
Al llegar, la cena
estaba servida, por el chef personal de Peter y Allegra se sentó entre sus dos padres,
sonriente de que estuvieran todos juntos. Ella era una nena muy precoz, le
encantaba charlar, hablaba de todo y con todos. Su expresión era fluida para
una nena de tres años y era sumamente inteligente, cualidad que heredó de su
padre. De su madre, heredó su honestidad, siempre. Decía SIEMPRE la verdad. Era
una ventaja, pero una inconveniente también. Por ejemplo cuando estaban en un
local comprando ropa…
-Mamá, porque esa
señora –señalando a la señora en cuestión. –tiene un lunar espantoso en la nariz?
–Y Lali tenía que llevarse a la nena rapidísimo antes de que la mujer las
matara.
O en el último
cumpleaños de la abuela Mechita, Allegra tenía que hacer notar el hecho de
Mecha se hubiera operado la nariz. –Abu?
-Qué, mi amor?
–respondía la adorable abuela.
-Por qué tu nariz está
más chiquita que antes y tenés los ojos más chiquitos? –Lali en estos casos
lloraba de risa, pero Peter tenía que llevarse a Allegra antes de que le
viniera un ataque a su madre.
O también…
-Tío Pablo?
-Qué, preciosa? –dijo
el tío.
-Por qué espiaste a mi
mamá cuando se cambiaba? Porque me parece que está un poquito mal hacer esa
clase de cosas. –Preguntó ella poniendo los brazos a los costados de su cuerpo.
Lali quedó
boquiabierta y Peter lo llevó a hablar afuera y no volvieron más.
El tema de esa noche
era un relato del kínder, contado por Allegra, estaba comentando que la habían
puesto en el rincón de castigados.
-Y yo le expliqué a la
señorita…
-Ah, sí? Qué le
explicaste? –quiso saber Peter.
-Si me interrumpís
siempre, papá, no voy a terminar nunca mi historia! –se quejó ella mientras
Lali se reía.
-Bueno, perdón, no
sabía. –Agarró a la nena y se la sentó en la falda mientras le daba besos.
-Pará, pa! Pará,
quiero terminar mi historia! –Cuando Peter paró de besarla, ella lo fulminó con
la mirada, al igual que hacía Lali. –No me gusta que me interrumpan! –Y
bostezó.
-Te amo. –Peter le
sonreía. –Te amo, mi amor.
-Bueno, mamá se va.
Con quien querés venir, con mamá que es la mejor o con papá que te interrumpe?
–dijo Lali con una sonrisa.
-Con papá. –admitió ella
colorada, odiaba cuando la hacían elegir y tenía que lastimar a uno de sus
padres.
-Ah, ok… Todo bien,
eh. Me voy sola. –dijo Lali ofendida.
-No, mami, no estés
sola, podés quedarte acá con papá y conmigo –dijo la nena.
Lali la alzó en
brazos. –Ey, linda, no te pongas mal, eh… Si vos te querés quedar con papá,
todo bien, no pasa nada… -dijo con una sonrisa. Luego empezó a hablar muy
rápido y en secreto solo para que la nena la pudiera oír. –Pero mamá tiene
helado de frutilla que es tu preferido y papá no, ta? Así que pensá un poquito
mejor, Allegra… -guiñándole el ojo.
-Te escuché, Lali! Te
escuché! Cómo vas a extorsionar a nuestra hija? –dijo levantándose de la mesa y
sacando a Allegra de sus brazos. –Mi amor, papá no lo puede creer esto! –dijo haciéndose
el ofendido y reaccionando sobre actuadamente. –No se puede creer!
-Por dios! Como si vos
nunca lo hubieras hecho, Peter! –dijo Lali saltando.
La nena se reía. A
veces, sus padres se comportaban como chiquitos. Era muy normal. Luego de unos
minutos de discusión, Allegra puso el grito en el cielo.
-Ta! Listo, me quedo
acá, mami, voy a casa mañana.
-Bueno. –dijo Lali,
aceptando la derrota.
-Podés llamar a la tía
Euge, ma, para que te haga compañía. –sugirió.
-Mi amor, sos tan
inteligente. No sé de quién lo sacaste. –dijo Lali mirándola.
-Cómo qué de quien,
Lali? De mí.
Lali rió. –Por favor,
Peter, por favor. Ni de mí, ni de vos. Te amo.
-Yo también. –dijo Peter.
Ella arqueó una ceja.
-No te hablaba a vos,
Pitt. Te amo, mi amor. –Luego
de muchos besos de despedida de madre e hija, Lali se fue. –La vengo a buscar
mañana, Peter! Mañana sin falta, porque me toca a mí! –dijo mientras lo
señalaba con el dedo.
--
-Entonces, mamá
terminó no saliendo con Benjamín porque yo le dije que no me gustaba y se puso
un poquito mal y yo también.
-No! Está perfecto
eso, mi amor. Si a vos no te gusta, me lo decís y yo voy y le parto un fierro
en la cabeza no te preocupes, mi amor! –dijo hablando con total seriedad.
Peter y Allegra se
pasaban horas y horas y horas charlando. Peter, que no veía a su hija los
lunes, martes y miércoles, quería saber todo lo que pasaba en su ausencia.
Aunque esos días la llamaba más o menos cada hora.
-Pa, tengo sueño.
–dijo con los ojitos entornados.
Peter la alzó en
brazos y la llevo hasta el cuarto donde él dormía. Ella tenía un cuarto para
ella, pero a Peter le encantaba dormir con ella y abrazarla. Tenía el mismo
olor que Lali en el pelo. Amaba a su hija, era… indescriptible el amor que
sentía.
Justo cuando el sueño
le estaba entrando, el teléfono sonó y luego de una puteada lo atendió
rápidamente para que no despertar a Allegra.
-Qué carajo querés?
–dijo en un susurro.
-Eh, qué pasa, estás
con una chica ahí?
-Sí, con la más linda
del mundo. –dijo Peter mientras la miraba a su hija.
-Cómo se llama?
-Es tu sobrina, pedazo
de pelotudo. –dijo suspirando.
-Ah! Claro.
-Vos tomaste, Pablo?
–dijo Peter.
-Eh… puede ser que me
haya tomado uno, dos… ocho vasos de vodka…
-Sos un idiota, Pablo.
–dijo Peter, preguntándose por qué lo llamaba su hermano a las tres de la
mañana borracho. –Para qué me llamás?
Pablo parecía estar
llorando al otro lado de la línea telefónica. –Perdón.
-Qué pasa? –Peter no
pudo evitar reírse.
-Perdón, por haber
besado a Lali… Yo la amo, boludo, la amo y dejame decirte, que fue el mejor
beso, así te digo… El mejor beso, tiene los labios muy grandes, la petisa es un
fuego, la petisa, la petisa se parte y es un fuego porque sí.
-Te mato. Te mato. Te
mato. Te mato.
-Y si vos estás con mi
sobrina es porque la petisa está sola, no? La petisa debe ser un fuego en la
cama, la petisa.
-Te aviso… -La
respiración de Peter se empezó a entrecortar. –Llegás a ir ahí, te mato, te
mato, Pablo. TE MATO.
-Voy a lo de la
petisa. Chau, hermano. –dijo riéndose Pablito.
-Ah, yo te mato! TE
MATO!
Peter no lo pensó dos
veces, agarró a Allegra la metió en el auto y se fue directamente a lo de Lali.