domingo, 17 de febrero de 2013

Amor Arreglado Capítulo 48

NO TENGO PALABRAS. MIL PERDONES.  -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Pablo agarró firmemente el rostro de Lali con las manos y lo acercó hasta tocar sus labios con los de ella y darle un apasionado beso. Duro unos cinco segundos. Los cinco segundos que tuvo Peter para reaccionar y estampar a su hermano pequeño contra  la pared más cercana y molerlo a golpes. Pablo, por supuesto, se defendió.
Lali se levantó del sillón y trató de separarlos, pero en una de esas Pablo, la empujó bastante fuerte como para una embarazada.
Sintió un líquido correr entre sus piernas. Había roto bolsa.
3 AÑOS DESPUÉS
Allegra caminó con pasos danzantes hacia la puerta, vestida con una remera blanca y un enterito de jean, y su pelo marrón clarita peinado con dos colitas altas a los costados de su cabecita, se dirigió hacia su objetivo. Posó sus ojazos verdes en dos personas que discutían en silencio.
-Me toca a mí. Y lo sabés! Es MÍ domingo, Lali. –se quejó su padre. –La, enserio, ya fue tu domingo…
-Peter! Qué caradura, es MÍ domingo. Te estás aprovechando de que no sé ni en qué día vivo para tener a la nena un domingo más. –Le recriminó Lali acusándolo con el dedo.
-Sabés qué? –Empezó a decir… Pero luego su expresión cambio cuando vió que Allegra se asomaba. –Hola, mi amor! –La alzó en brazos y le empezó a dar besos. –Qué linda que estás, estás hermosa.
-Hola, papi. –dijo con una vocecita aguda y perfectamente fluida.
-Estábamos hablando con mamá, que hoy me toca a mí tenerte en casa, verdad?
-No! –replicó Lali. –No, mi amor, te toca conmigo, Alle, conmigo. Dale!
-Quiero irme con papá. –dijo mirando a Lali con los ojos culposos. Lali abrió la boca para decir algo pero Peter fue más rápido
-JA! Tomá, Mariana, vamos, gorda, a la casa de papá. No te preocupes en hacer ningún bolso, porque tenés ropa, chau, Lali… -iba a cerrar la puerta cuando Allegra lo interrumpió.
-Pará, pa. Quiero que venga mamá.
-JA, TOMÁ, LANZANI, ESA ES MI NENA! Vamos, mi amor. –Quiso sacar a su bebé de los brazos de Peter pero él la corrió.
-Pará, pará… Y si vamos a comer los tres juntos? –sugirió Peter, Allegra sonrió y Lali arqueó una ceja.
-Peter, me parece que no da, viste? Todo bien, andá vos con la nena… -susurró Lali.
-Qué estás diciendo, ma? –quiso saber la nena, curiosa.
-Nada, mi amor, nada… Vamos, La? Una buena, te lo pido por favor, por ella.
Lali resopló buscó los abrigos y fueron los tres a la casa de Peter. Una casa grande y moderna, cuatro cuartos, tres baños, una piscina espectacular y enteramente diseñada por los mejores diseñadores de Europa.
Al llegar, la cena estaba servida, por el chef personal de Peter y Allegra se sentó entre sus dos padres, sonriente de que estuvieran todos juntos. Ella era una nena muy precoz, le encantaba charlar, hablaba de todo y con todos. Su expresión era fluida para una nena de tres años y era sumamente inteligente, cualidad que heredó de su padre. De su madre, heredó su honestidad, siempre. Decía SIEMPRE la verdad. Era una ventaja, pero una inconveniente también. Por ejemplo cuando estaban en un local comprando ropa…
-Mamá, porque esa señora –señalando a la señora en cuestión. –tiene un lunar espantoso en la nariz? –Y Lali tenía que llevarse a la nena rapidísimo antes de que la mujer las matara.
O en el último cumpleaños de la abuela Mechita, Allegra tenía que hacer notar el hecho de Mecha se hubiera operado la nariz. –Abu?
-Qué, mi amor? –respondía la adorable abuela.
-Por qué tu nariz está más chiquita que antes y tenés los ojos más chiquitos? –Lali en estos casos lloraba de risa, pero Peter tenía que llevarse a Allegra antes de que le viniera un ataque a su madre.
O también…
-Tío Pablo?
-Qué, preciosa? –dijo el tío.
-Por qué espiaste a mi mamá cuando se cambiaba? Porque me parece que está un poquito mal hacer esa clase de cosas. –Preguntó ella poniendo los brazos a los costados de su cuerpo.
Lali quedó boquiabierta y Peter lo llevó a hablar afuera y no volvieron más.
El tema de esa noche era un relato del kínder, contado por Allegra, estaba comentando que la habían puesto en el rincón de castigados.
-Y yo le expliqué a la señorita…
-Ah, sí? Qué le explicaste? –quiso saber Peter.
-Si me interrumpís siempre, papá, no voy a terminar nunca mi historia! –se quejó ella mientras Lali se reía.
-Bueno, perdón, no sabía. –Agarró a la nena y se la sentó en la falda mientras le daba besos.
-Pará, pa! Pará, quiero terminar mi historia! –Cuando Peter paró de besarla, ella lo fulminó con la mirada, al igual que hacía Lali. –No me gusta que me interrumpan! –Y bostezó.
-Te amo. –Peter le sonreía. –Te amo, mi amor.
-Bueno, mamá se va. Con quien querés venir, con mamá que es la mejor o con papá que te interrumpe? –dijo Lali con una sonrisa.
-Con papá. –admitió ella colorada, odiaba cuando la hacían elegir y tenía que lastimar a uno de sus padres.
-Ah, ok… Todo bien, eh. Me voy sola. –dijo Lali ofendida.
-No, mami, no estés sola, podés quedarte acá con papá y conmigo –dijo la nena.
Lali la alzó en brazos. –Ey, linda, no te pongas mal, eh… Si vos te querés quedar con papá, todo bien, no pasa nada… -dijo con una sonrisa. Luego empezó a hablar muy rápido y en secreto solo para que la nena la pudiera oír. –Pero mamá tiene helado de frutilla que es tu preferido y papá no, ta? Así que pensá un poquito mejor, Allegra… -guiñándole el ojo.
-Te escuché, Lali! Te escuché! Cómo vas a extorsionar a nuestra hija? –dijo levantándose de la mesa y sacando a Allegra de sus brazos. –Mi amor, papá no lo puede creer esto! –dijo haciéndose el ofendido y reaccionando sobre actuadamente. –No se puede creer!
-Por dios! Como si vos nunca lo hubieras hecho, Peter! –dijo Lali saltando.
La nena se reía. A veces, sus padres se comportaban como chiquitos. Era muy normal. Luego de unos minutos de discusión, Allegra puso el grito en el cielo.
-Ta! Listo, me quedo acá, mami, voy a casa mañana.
-Bueno. –dijo Lali, aceptando la derrota.
-Podés llamar a la tía Euge, ma, para que te haga compañía. –sugirió.
-Mi amor, sos tan inteligente. No sé de quién lo sacaste. –dijo Lali mirándola.
-Cómo qué de quien, Lali? De mí.
Lali rió. –Por favor, Peter, por favor. Ni de mí, ni de vos. Te amo.
-Yo también. –dijo Peter. Ella arqueó una ceja.
-No te hablaba a vos, Pitt. Te amo, mi amor. –Luego de muchos besos de despedida de madre e hija, Lali se fue. –La vengo a buscar mañana, Peter! Mañana sin falta, porque me toca a mí! –dijo mientras lo señalaba con el dedo.

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-Entonces, mamá terminó no saliendo con Benjamín porque yo le dije que no me gustaba y se puso un poquito mal y yo también.
-No! Está perfecto eso, mi amor. Si a vos no te gusta, me lo decís y yo voy y le parto un fierro en la cabeza no te preocupes, mi amor! –dijo hablando con total seriedad.
Peter y Allegra se pasaban horas y horas y horas charlando. Peter, que no veía a su hija los lunes, martes y miércoles, quería saber todo lo que pasaba en su ausencia. Aunque esos días la llamaba más o menos cada hora.
-Pa, tengo sueño. –dijo con los ojitos entornados.
Peter la alzó en brazos y la llevo hasta el cuarto donde él dormía. Ella tenía un cuarto para ella, pero a Peter le encantaba dormir con ella y abrazarla. Tenía el mismo olor que Lali en el pelo. Amaba a su hija, era… indescriptible el amor que sentía.
Justo cuando el sueño le estaba entrando, el teléfono sonó y luego de una puteada lo atendió rápidamente para que no despertar a Allegra.
-Qué carajo querés? –dijo en un susurro.
-Eh, qué pasa, estás con una chica ahí?
-Sí, con la más linda del mundo. –dijo Peter mientras la miraba a su hija.
-Cómo se llama?
-Es tu sobrina, pedazo de pelotudo. –dijo suspirando.
-Ah! Claro.
-Vos tomaste, Pablo? –dijo Peter.
-Eh… puede ser que me haya tomado uno, dos… ocho vasos de vodka…
-Sos un idiota, Pablo. –dijo Peter, preguntándose por qué lo llamaba su hermano a las tres de la mañana borracho. –Para qué me llamás?
Pablo parecía estar llorando al otro lado de la línea telefónica. –Perdón.
-Qué pasa? –Peter no pudo evitar reírse.
-Perdón, por haber besado a Lali… Yo la amo, boludo, la amo y dejame decirte, que fue el mejor beso, así te digo… El mejor beso, tiene los labios muy grandes, la petisa es un fuego, la petisa, la petisa se parte y es un fuego porque sí.
-Te mato. Te mato. Te mato. Te mato.
-Y si vos estás con mi sobrina es porque la petisa está sola, no? La petisa debe ser un fuego en la cama, la petisa.
-Te aviso… -La respiración de Peter se empezó a entrecortar. –Llegás a ir ahí, te mato, te mato, Pablo. TE MATO.
-Voy a lo de la petisa. Chau, hermano. –dijo riéndose Pablito.
-Ah, yo te mato! TE MATO!
Peter no lo pensó dos veces, agarró a Allegra la metió en el auto y se fue directamente a lo de Lali.

viernes, 1 de febrero de 2013

Amor Arreglado Capítulo 47


Chicas! Este capítulo tardé bastante en escribirlo, fue muy difícil porque quise expresar varias cosas. Perdonen la tardanza. Nunca les dije mi nombre, no? Me llamo PAZ. Un gusto... jajja que raro, nunca se me vino ese detalle a la mente. Disfruten! AVISO, despues de este capítulo muchas cosas cambian. Mucho. Mucho. Mucho. BESO ENORME.------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


-Me carcomía la culpa, Peter… -dijo con los ojos vidriosos. –No podía soportar amar a la esposa de mi hermano, la mujer que él ama. No podía, no puedo.
-Y qué carajo querés que haga con tu confesión?  -dijo Peter, de nuevo caminando en círculos por todo el living.
-Yo… yo te la tenía que contar. Lo tenía que hacer. Peter, yo la amo. –dijo desde lo más profundo de su corazón.
-A quién amás, Pablo? –preguntó Lali con una sonrisa, comiendo una galleta de chocolate y caminando hacia el sillón, donde ninguno de los hermanos estaba sentado.
Pablo giró la cabeza hacia donde estaba Lali y la miró entre asustado y sorprendido. Configuró en su rostro una expresión de lo más graciosa. –Yo?
Lali se rió. –Sí, vos, tarado, hay otro Pablo acá? –dijo ella sonriendo. Pablo le sonrió tontamente a Lali y Peter se sentó al lado de ella para marcar territorio.
-Todo bien, La? Te duele algo, estás bien? –preguntó para cambiar de tema poniendo una mano en su panza enorme.
-Peter, desde cuando me ha dolido algo a mí? –preguntó con la ceja alzada. –Pero no me cambies de tema! A quien amás, Pablo, tenés novia y no me contaste? –dijo ella ligeramente ofendida.
Pablo se tapó la cara con las manos y suspiró su hermano lo miró amenazante. Él se destapó la cara y la miró a Lali fijamente. Finalmente logró decir –No… no es que… la cosa es que… No es cómo que… Es complicado –finalmente logró decir.
Lali se llevó una mano al pecho y lo miró a Pablo. Ahogó un grito. –Pablo! No, no digas más nada, ya entendí todo. –dijo ella mirándolo conmovedoramente.
-Eh? –dijo Peter confundido, celoso y muy enojado. –Cómo qué entendiste todo? Todo, TODO?
Lali que seguía con la mano en el pecho y lo miraba a Pablo con una mirada que parecía comprender le respondió. –Sí, ya entendí todo. No es necesario que me expliques nada. –Acto seguido se acercó a Pablo y le agarró el rostro entre sus manos, le dijo fuerte y alto, como si se estuviera comunicando con una sordo. –Está todo bien, Pablo, todo bien. Te re, re, re apoyamos con la decisión que tomaste, sabé que contás con todo nuestro amor. –Peter hizo una mueca. – Me re enorgullece que hayas decidido salir, no te tenés que avergonzar de lo que sos.
-Eh? –dijo Pablo confundido. –De qué hablás?
-Pablo! –dijo Lali como si fuera obvio. -De tu sexualidad!
-Eh?! –dijeron Pablo y Peter a la misma vez. Peter entonces comenzó a reírse estruendosamente.
-Pará! No te acabas de declarar gay, vos? –dijo Lali con los ojos entrecerrados.
-NO! –se apresuró a gritar Pablo. –No, no, no y no!
Peter estaba en el suelo riendo a carcajadas, lloraba de la risa y Lali estaba increíblemente confundida. Pablo estaba bastante ofendido.
-Perdón! –dijo Lali afligida. Peter ya se había levantado del suelo, tenía los ojos llorosos de tanto reír.
Pablo seguía frenético. –Qué te hizo pensar que YO podía ser gay?! –dijo exasperado.
-No sé… -dijo Lali tímidamente. –Varias cosas… -se retorcía las manos.
-Qué cosas? –insistió Pablo.
-No sé, Pablo… varias cosas…. –dijo Lali avergonzada.
-Qué cosas, Lali? –insistió nuevamente Pablo, más nervioso.
Lali se llevó las manos a la cabeza. –No sé! Me ayudás a elegir qué ropa comprar y las cosas del bebé, sos muy detallista… ADEMÁS, el otro día que se me desató el corpiño y se me vieron los pechos no se te movió ni un pelo! –dijo muy alto.
-Cómo? Qué acabas de decir? Te vio…? –Dijo Peter, él exasperado esta vez. –Cómo qué…?
-Sí! Sí! –dijo Lali asintiendo con la cabeza.
-Y usás eso para estimular tus fantasías nocturnas? –dijo haciendo un gesto con la cabeza hacia los pechos de Lali. –Te mato.
-Pará, pará, pará. No… No es así… La cosa es que… -se trató de defender Pablo.
-Ey, fue un accidente, Peter… no lo culpes, no hizo nada… -dijo Lali inocente. –Pero se re fueron de tema… Me respondés, Pablo? A quien amás? –Insistió Lali curiosa.
-Por qué sos tan metida, eh, Lali? –dijo Pablo con una sonrisa.
-No le sonrías, enfermo. –Le susurro Peter al oído.
-Ey! No me dejen afuera, desde hoy que están hablando a solas, ocultando cosas… Voy a pensar que sí sos gay, Pablo… -dijo Lali con carita triste.
-Ey… No te pongas triste… -Pablo hizo ademán de ponerle una mano en el hombro y Peter le pegó en la mano antes de que lo hiciera.
-Qué te pasa, imbécil? –dijo Pablo, molesto, enojado.
-Ey! No le digas imbécil! –lo defendió Lali.
-¿Viste cómo me defiende, tarado? –Le dice Peter empujándolo levemente a su hermano, que se mostró impasible y bastante pacífico.
-Peter… ya está… por favor te lo pido, ya estuvo. –dijo Pablo con la voz cansada.
-Qué carajo estuvo, me pueden explicar que no entiendo nada? –dijo Lali entre curiosa y molesta. –Cómo se mueve, por Dios…
-Se está moviendo? –dijo Peter conmovido.
-Sí, pero volviendo al tema! No paran de cambiar tema, boludo, qué carajo me están ocultando? –Lali estaba muy curiosa y eso más los nervios del embarazo era un combo fuerte…
-La, tranquila… -Pablo estaba caminando por el living mientras Peter la abrazaba y la tranquilizaba. –La… escuchame, no pasa nada, es una cosa… de hermanos.
-Qué malos que son… yo les cuento todo a ustedes… -Dijo Lali con los ojos entrecerrados. –Todo les cuento y ustedes no me pueden contar un solo secreto, que malos que son…
-Lali, no es eso… es muy complicado… Creo que si te lo contara, bueno, no estaría… -Pablo dijo con voz serena
-Qué no estaría qué? Pablo, cuéntenme! Dale, Pablito! Contame vos. –Lali le dedicó una sonrisa y Peter le pasó una brazo por los hombros a ella y puso una mano en la panza. Marcando territorio a full.
-La… creéme, es mucho, mucho, mucho mejor así. Complicaría muchas cosas.
Lali arqueó una ceja y lo miró a Peter. –Peter, realmente creés que las cosas se podrían complicar aún más? Sé sincero.
Puso una mano en el rostro de Lali ante la mirada anhelante de su hermano. –No tenés idea, de cuanto se podrían complicar las cosas, La. No tenés idea.
-Los hermanos Lanzani son raros además de complicados, che…
-Lali… a ver –empezó Pablo y Peter se paró del sillón. –Es un problema mío, personal.
-Ah, sorry, personal era el tema. Nene, hace cuánto nos conocemos vos y yo? Íbamos a la misma clase, Pablo! Sos mi ex cuñado.
-Bueno… lo de ex se está viendo, no? –Dijo Peter.
-Ex cuñado. –insistió Lali. –Pablo, me podés contar lo que sea. Además… te confieso algo, antes de conocer a tu hermano, yo gustaba de vos.
-Qué?! –dijeron los dos Lanzani al mismo tiempo.
-Sí! –dijo Lali riendo. –Pero ni ahí enamorada, me re gustabas… Pero ta, al año siguiente conocí a Peter…
-Y te olvidaste completamente de él, me imagino! –dijo Peter en voz muy alta.
-Y sí, la verdad que me re enamoré… una lástima que otra también se enamorara de vos… pero son detalles.
-Vos… gustabas de mí? –dijo Pablo.
-Sí, gustaba, en segundo. –dijo Lali. –Ahora te toca a vos decirme tu secreto, Pablo.
Peter lo miró amenazante a su hermano. –Lali…
-Qué, Pablo? decime, dale!
Peter estaba parado al lado de su hermano. –Lali, lo que yo te tengo que decir, que Peter ya sabe… es… es…
-Sí, dale contame.
-Lali. –Se sentó al lado de ella en el sillón y le agarró las manos. –Yo te amo.
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Las carcajadas de Lali se podían oír de acá hasta la China. Pablo la miraba desconcertado y Peter un poco riéndose también. 
-Ey! –La calló Pablo un poco molesto. –Qué te parece tan  gracioso?
-Me estás jodiendo? –dijo Lali con los ojos llorosos.
Pablo tartamudeó la respuesta. –Eh… n… n… no! No te estoy jodiendo, te lo digo completamente en serio, Mariana, te amo, me enamoré de vos. –dijo tan serio, que Lali, esta vez, no pudo cuestionarlo.
A Pablo le cayeron unas cuantas lágrimas. –Ay… Pablo… -se dirigió a Peter. –Tenías razón, las cosas sí se podían complicar más.
-Perdón, yo… yo no podía ocultar más tiempo lo que sentía, Lali. Yo me fui enamorando de vos, sin siquiera darme cuenta, empecé a pensar en vos todo el tiempo, eras lo primero en lo que pensaba y lo último.
Lali a su vez, también empezó a lagrimear. –Pablo… -susurró.
-Pero también sé, que lo nuestro nunca va a poder ser. Lo entiendo perfectamente. –Peter escuchaba atento. –Lo tengo muy claro, pero…
-Pero qué? –dijo Peter bruscamente. –No entendés que es la madre de mi hija?
-Pará, Peter. –dijo Lali en voz muy bajita. Miró a Pablo a los ojos. –Yo… no sé qué decirte, Pablo… Te lo tenías guardado.
-Sí, sí. Yo te amo.
-Basta! Dejá de decírselo! –le espetó Peter.
-La…
-No le digás “La”! Sólo yo le puedo decir así!
-Paren! Hablá, Pablo, se tiene que descargar, Peter. –le dijo ella a él con lágrimas en los ojos.
-Bueno, nada, yo sé que nunca va a poder ser…
-Peter, sentate, vení. –Peter le hizo caso y se sentó muy pegado a ella. –Vos entendés que si volvemos tu hermano va a sufrir, no? Yo lo último que quiero es ver sufrir a nadie más. Ya está,  no doy más con todo esto. Las cosas se siguen complicando, y yo no puedo así. No quiero ser la causa de que ustedes dos, hermanos, se peleen. Es mejor que enfriemos las cosas, Peter. Sí?
-Esperen! –dijo Pablo. –Yo… yo decir una última cosa, no sé si va a ser bien tomada, o mal tomada… Pero sé que si no lo haga voy a explotar. Y yo tampoco doy más.
Pablo agarró firmemente el rostro de Lali con las manos y lo acercó hasta tocar sus labios con los de ella y darle un apasionado beso. Duro unos cinco segundos. Los cinco segundos que tuvo Peter para reaccionar y estampar a su hermano pequeño contra  la pared más cercana y molerlo a golpes. Pablo, por supuesto, se defendió.

Lali se levantó del sillón y trató de separarlos, pero en una de esas Pablo, la empujó bastante fuerte como para una embarazada.


Sintió un líquido correr entre sus piernas. Había roto bolsa.